APLAUSOS

Los aplausos muestran aprobación y aprecio. Un grupo de hombres y mujeres acoge palabras o gestos con satisfacción.

Tras una victoria, un buen discurso, una intervención acertada en un debate, llegan los aplausos.

Sí, hay aplausos silenciosos que se basan en una escala de valores muy diferente a la que domina en nuestro mundo de prisas y de apariencias.

Hay aplausos, sin embargo, que no se escuchan. Vienen de un mundo diverso del nuestro, son aplausos silenciosos. El que acoge en un gran abrazo y comprende el valor de los otros.

En ese mundo de lo invisible se aplaude el gesto humilde de quien restablece lazos en la familia; de quien perdona; el que crea un clima sereno; el que busca y promueve la paz, el que ayuda a un necesitado; el que es fiel a sus propósitos buenos a pesar de la indiferencia que le rodea.

Sobre todo, llegan aplausos silenciosos cuando levantamos las manos para abrazar el dolor, y pedir sinceramente perdón por las faltas,

Entonces, estalla un aplauso prolongado en el cielo, e inicia una fiesta grande, una auténtica explosión de alegría. Hay aplausos diferentes en un mundo distinto del nuestro, y sin embargo tan cercano.

Porque entre espíritus no hay distancias, y los ángeles nos acompañan en ese camino del existir humano. Sus aplausos reflejan, desde su silencio celeste, la bondad de un Dios que vive pendiente de lo que hace cada uno de sus hijos humanos.

Sí: hay aplausos silenciosos que se basan en una escala de valores muy diferente a la que domina en nuestro mundo de prisas.