ACTITUD

Ninguna persona posee la capacidad de hacernos infelices, aunque en ocasiones parezca que sí. En cualquier relación podemos experimentar un amplio abanico de sentimientos, entre ellos rabia, miedo y otros, sin embargo, no tenemos por qué ser víctimas de ellos, ya que nuestro camino, vida y destino está en nuestras manos.

Entonces, la buena noticia es que a pesar de los malos momentos, en realidad los mismos no tienen el poder de hacerte desgraciada la vida, porque siempre está en tus manos, elegir cómo vas a vivir las experiencias, qué sentido le darás y la posibilidad de orientar algo en una dirección positiva y útil.

Por lo que definitivamente no parece un buen negocio, hacer depender nuestro bienestar en otra persona, dándole y a la vez cargándole con ese poder.

La felicidad depende, pues, principalmente, de nuestra actitud y estado ante lo que nos toca vivir. Especialmente, depende de que con nuestra actitud logremos no instalarnos en el victimismo, el resentimiento, la venganza, la queja, el orgullo, la avaricia, el odio, entre otros. Porque todos ellos configuran el elenco de personajes de la comedia y el sufrimiento humano.

Por último, recuerda que tu felicidad depende de la fuerza real que surge al reconocer nuestra responsabilidad y nuestra capacidad de respuesta en cada momento de nuestras vidas.

El más feliz es aquel que en lugar de quejarse y sufrir resignadamente, toma posición, orienta sus acciones, genera esperanza y dibuja un futuro diferente, en definitiva vuelve a elegir hacer las cosas diferentes para que el resultado sea distinto.